lunes, 21 de noviembre de 2011

ÉTICA

El costarricense promedio tiene una paupérrima imagen del político costarricense, porque de otros países no tienen la misma imagen porque ven que el sistema realmente avanza y funciona a favor del desarrollo del pueblo.
Obviamente, no de todos los políticos del mundo tienen esta imagen, porque ven de menor calidad a los políticos que apoyan sistemas como el de Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y los países árabes y comunistas que quedan subsistiendo en este mundo que cada día más apoya a la democracia, ejemplo de esto lo podemos ver en las manifestaciones en los países del Medio Oriente, en algunos no todos, y en las quejas que tienen los pobladores de ciertos países.
El político debe sus acciones para con el pueblo, ya lo decía Maquiavelo el príncipe debe evitar ser aborrecido y despreciado, debe evitar lo que le pueda odioso y menospreciable[1]. Ya lo decía también Edmund Burke para el representante, los deseos de los electores deben tener un gran peso, sus opiniones merecer un gran respeto, sus intereses contar con la más infatigable atención[2].
Es interesante que los costarricenses vean que cada proyecto de ley o algo importante que promuevan ciertos diputados o políticos y se pregunten ¿quién sabe qué saca con esto? O ¿qué negocio tendrá que le beneficie esto? Porque las promesas hechas en campaña no concretadas una vez que se está en el poder desinfla el ánimo y el impulso cívico y político del costarricense tirándolo hacia el abstencionismo.
El abstencionismo es el cáncer de cualquier democracia. Para las elecciones del 2010 hubo un 31% de abstencionismo[3] en las masas costarricenses. Y ¿a qué se debe el abstencionismo en Costa Rica? Al desinterés real que existe entre la población costarricense y la falta de confianza en el sistema y en que los políticos puedan solucionar los problemas que tiene el país. Según el estudio Abstencionistas en Costa Rica: ¿Quiénes son y por qué no votan?, que publicó la editorial de la Universidad de Costa Rica en el 2005, llegan a la conclusión de que la abstención está estrechamente asociada al nivel socioeconómico y educativo, de tal forma que los sectores desfavorecidos son los que se alejan en mayor medida de las urnas[4]. Entonces vemos que efectivamente el costarricense pierde la confianza y la voluntad cívica y política porque no ve un futuro prometedor en este sistema, aquí radica también muchos de los problemas nacionales como el desempleo, narcotráfico, violencia, etc. porque oyen promesas que no se cumplen y sienten que los políticos se mofan de ellos en la cara.
Los políticos tienen que ver la forma de cómo llegar al poder, entonces aplican varias técnicas para ganarse a la masa, muchas veces incrédulas, a través de los medios de comunicación que no son más que un arma de guerra política que se puede utilizar para realzar la imagen de alguien como para destruir de igual forma la imagen de alguien.
Las promesas hechas en campaña son lo que el pueblo quiere oír pero no es lo que se va a llevar a cabo cuando se gane el poder. Nicolás Maquiavelo nos dice que cuando un príncipe dotado de prudencia advierte que su fidelidad a sus promesas redunda en su perjuicio, y que los motivos que le determinaron a hacerla, no existen ya, ni puede, ni siquiera debe guardarla, a no ser que consienta perderse[5].
La aparente falta de ética de los políticos los coloca en una posición despreciable, en muchos casos, entre los costarricenses que lo único que ven, en los medios de comunicación y en carne propia, es que las instituciones públicas, los ministerios, el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial y el Poder Legislativo están fallando más de lo conveniente.
Es cierto, es imposible a que algo funcione al 100%. Sin embargo, vemos sistemas socialistas como el nórdico que estos países han creado a través de la historia y son increíbles en su funcionamiento, pero la perspectiva del costarricense es que aquellos políticos trabajaron y trabajan para el ciudadano y no para los intereses propios.
La ética es importante en cualquier trabajo en que uno labora, ya sea como médico, autobusero, arquitecto, lo que sea, pero los valores en esta sociedad costarricense se están perdiendo. Los sobornos a los policías que laboran en la Fuerza Pública o a los que laboran como Policías de Tránsito carcomen el sistema político costarricense. Toda la vida han existido quien ofrezca y quien acepta, sin embargo, esto no justifica que los ciudadanos costarricenses provoquemos, como pueblo, el colapso mismo del sistema.
No solo los políticos ni las personas que hacen las leyes ni quienes, en teoría, deben poner en funcionamiento estas leyes, son los causantes de la crisis que vivimos hoy en día. La ética del mismo ciudadano está por los suelos. La desconfianza en el sistema también la crea el propio ciudadano que tergiversa al funcionario público y es cómplice al corromperlo o ayudar a que se siga corrompiendo.


[1] Maquiavelo, Nicolás: El Príncipe, Edición Brontes S.L. 2009, pág. 110
[2] Edmund Burke mencionado por Óscar Arias en Costa Rica: Los Desafíos Éticos del Presente, 1998, pág. 81
[3] wvw.nacion.com/ln_ee/2010/febrero/08/pais2252780.html
[4] wvw.nacion.com/ln_ee/2010/febrero/08/pais2252780.html
[5] Maquiavelo, Nicolás: El Príncipe, Edición Brontes S.L. 2009, pág. 107

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